Por Eunice Bailón
Y
sigo aquí, sentada, pensando,
mirando
los lunares amarillos de los sueños,
sintiendo las piedritas que lastiman las palabras.
Y sigo aquí, imaginando simétricamente quién eres,
sintiendo las piedritas que lastiman las palabras.
extrañando
tus conductas extrañas, y viéndote color naranja,
así
como pintura, como óleo.
dibujado
en el aire, como matizado,
armónicamente
maniático, así como te amé.
Y sigo aquí, pensando en los pleitos,
probablemente en lo extraordinario;
en ti, en mí, en lo que no fue.
Y sigo aquí, extrañando la pasión y el dominio del lienzo,
ese que utilizaré cuando mi memoria falle;
Y sigo aquí, pensando en los pleitos,
probablemente en lo extraordinario;
en ti, en mí, en lo que no fue.
ese que utilizaré cuando mi memoria falle;
mi
memoria rebelde,
esa que te grita: "Vete".
Y sigo aquí, en silencio, esperando que hables, que digas algo,
¡lo que sea!, que te envuelvas en sonidos sin sentido,
ocho cuartas, tres por cuatro.
¡Como sea!
esa que te grita: "Vete".
¡lo que sea!, que te envuelvas en sonidos sin sentido,
ocho cuartas, tres por cuatro.
¡Como sea!
Y sigo aquí… contándole a mis pinceles mis penas,
sentada, mirándote en el recuerdo,
borrándote en aguarrás,
sin creer en ti, aunque las mentiras las dejé ahí, debajo de la cama,
y las verdades las metí en ese frasco de cristal.
cómo convertirme en un lunar amarillo de tus sueños,
de mi piel.
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